Tu piel contra la mía. Todas las horas que se pueda. O los minutos que tengamos. O los segundos que nos dejan.
Riendo, caracajeando, llorando. Sentirte contra mí y respirar del mundo. Olvidarme de las listas, del dinero, de las riñas. Tenerte a mi lado y monopolizarte por un día.
Quererte con las manos, con la boca, con las uñas. Picarte en la entrepierna, pellizcarte en tus lagunas. Y sentir que jugueteas con tu boca en mi pelusa.
Y soñarte aún despierto, y hablarte mientras duermo. Meter tu risa en mi cabeza y guardármela para los días que no te tengo.
Y esperarte otra vez, con estas ganas de estar, el uno del otro adentro.