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martes, julio 15, 2003

para los demás, ser sensible puede ser un encanto.
pero cuando lo eres, es a veces un martirio. (dejando de lado que uno nunca está completamente satisfecho con lo que es o lo que tiene).
pero a ver, pónte a pensar en una persona que ve una puesta de sol y siente regocijo en su alma. o que abre un libro y se pone a llorar si está bien escrito. o que le escribe poemas al ser amado. hasta ahí, todo está muy bien, no?

ahora imáginate cómo sufre ese mismo individuo, despertando a las 6 de la mañana (no para ver el amanecer, sino para llenar formatos), y mira (y oye!) a adela micha en la televisión, o sale a la calle y se sube a un taxi o un microbús donde el éxito del momento es "si quieres que me quite la ropa" o cualquier cosa similar.

¿acaso no se sentirá inducido al suicidio? no es mi caso, pero casi.

y ahora, el momento bonito del mediodía: abrir mi e.mail y encontrar esta poesía. no muy tierna, pero buena.


Texto para un cuarto de hotel
autor: Joaquín O. Giannuzzi

Señor pasajero:
No arroje preservativos por el inodoro.
Sea responsable después del amor,
evite un coágulo en las arterias de la Nación.
Llévelos consigo colmados de su jugo
y dónelos al banco de semen general.
Allá sabrán qué hacer con tanta
energía germinal, su derecho
a desmentir la muerte propia. Mientras tanto
confíe en su continuación personal
y en el porvenir de la especie.
Gracias por la colaboración: su gesto aplazará
el sollozo terminal que se atribuye al mundo.